Reseña
Cada 10 de diciembre se recuerda el milagro de la traslación de
la Santa Casa de Loreto, y, de acuerdo a lo estipulado por el Papa Francisco,
en esta misma fecha la Iglesia Católica celebra la memoria de la bienaventurada
Virgen María de Loreto ( Regione Marche-Italia). Así, la fiesta de la Virgen
María de Loreto quedó incluida en el Calendario Romano según decreto de la
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del 31 de
octubre de 2019.
La Santa Casa
Según una antigua tradición, la Santa Casa de Loreto -una
pequeña y rústica vivienda- es la casa de Nazaret en la que vivió la Virgen
María. Allí, la Madre de Dios recibió el anuncio del Ángel Gabriel, concibió
del Espíritu Santo y habría vivido posteriormente a estos acontecimientos junto
a Jesús y San José. Esa misma tradición afirma que la casa habría llegado a
Loreto, Marca de Ancona (Italia), desplazándose milagrosamente desde Tierra
Santa (Palestina) -razón por la cual a este milagro se le denomina
“traslación”-.La Santa Casa, como se le conoce comúnmente, estuvo dividida
originalmente en dos partes: una pequeña gruta y, al lado, la estructura
principal, hecha de bloques o ladrillos. Hoy se encuentra protegida por una
cripta marmoleada dentro del Santuario de Nuestra Señora de Loreto (Basílica de
Nuestra Señora de Loreto).
El milagro: de Palestina a Loreto
En 1291 los sarracenos conquistaron Tierra Santa con la
pretensión de destruir los lugares sagrados del cristianismo. Desde su punto de
vista, una vez cumplido tal objetivo, los cristianos ya no podrían celebrar más
los misterios de la vida de Cristo. Para ese entonces, una basílica se erigía
sobre la Casa de Nazaret. Esta servía de protección para los restos de la
pequeña casa de la Sagrada Familia. La basílica ya había sido reconstruida
hasta en dos oportunidades -en 1090 y en 1263-, mientras que la casa permanecía
intacta en su interior. Después del ataque sarraceno de 1291, los cruzados no
pudieron volver a reconstruir la basílica y el hogar de María quedó
desprotegido. Los cristianos pensaron que sucedería lo peor, es decir, que la
casa sería destruída.
Mientras los cruzados eran diezmados y perdían el control de
Tierra Santa, el Señor envió a sus ángeles para que movieran la casa a un lugar
seguro. El 12 de mayo de 1291, los ángeles la trasladaron a un poblado llamado
Tersatto, en Croacia, sorprendiendo a los habitantes que no podían explicar
cómo había llegado la casa a ese lugar. En el interior de la edificación se
encontró un altar de piedra y, sobre este, una estatua de cedro de la Virgen
María con el niño Jesús en brazos. El niño aparecía llevando en su mano
izquierda una esfera de oro representando al mundo, con dos dedos de la mano
derecha extendidos, en señal de impartir la bendición. Días después de la
aparición de la casa, la Virgen se le apareció a un sacerdote del lugar y le
reveló cuál era la procedencia de la edificación. María le dijo: "Debes
saber que la casa que recientemente fue traída a tu tierra es la misma casa en
la cual yo nací y crecí. Aquí fue la Anunciación del Arcángel Gabriel y aquí yo
concebí al Creador de todas las cosas. Aquí, el Verbo se hizo carne… El altar
que fue trasladado con la casa fue consagrado por Pedro, el Príncipe de los
Apóstoles. Esta casa ha venido de Nazaret a tu tierra por el poder de Dios,
para el cual nada es imposible”. El sacerdote, que había estado enfermo por
mucho tiempo, se curó súbitamente. Comunicado el portento, comenzaron las
peregrinaciones al lugar. El 10 de diciembre de 1294, tres años y cinco meses
después de los sucesos, la casa desapareció de Tersatto. Lejos de allí, en
Loreto, Italia, unos pastores decían haber visto una casa volando sobre el
mar, sostenida por unos ángeles,
encabezados por San Miguel. Sobre ella creían haber visto a Jesús niño, cargado
en brazos de la Virgen María. Otros testimonios, provenientes de otros lugares,
también daban cuenta de que “una casa” iba cambiando de lugar misteriosamente.
Se dice que primero estuvo en Banderuola, Porto Recanati, al noreste de Roma, y
después fue vista en dirección hacia Loreto: primero, en medio de una finca,
luego sobre una montaña. Finalmente apareció a las puertas de Loreto, al lado
del camino, donde ha permanecido por más de 700 años.
Origen de la réplica
Dos años después de la llegada de la casa a Loreto, la Virgen se
apareció a un ermitaño que vivía en las cercanías, de nombre Pablo, a quien se
le reveló su origen e historia. Enteradas las autoridades eclesiásticas del
milagro, quisieron corroborar el testimonio del monje y enviaron emisarios a
Tersatto para hacer averiguaciones. Allí quedaron sorprendidos cuando
encontraron una réplica de la casa aparecida en Loreto, con las mismas
proporciones, pero que había sido construida por los lugareños para reemplazar
a la casa original que alguna vez estuvo allí. Este relato fue cobrando mayor
fuerza con los años, en la medida en que cada vez eran más los viajeros que
afirmaban que la Casa de Loreto era exactamente igual a la que se veneró por
siglos en Tierra Santa.
Santuario de Nuestra Señora de Loreto
Con el tiempo, Loreto se convirtió en lugar de peregrinación, y
algunos pontífices, como el Papa Clemente VII, tomaron medidas para proteger la
reliquia. A lo largo de los siglos XV y XVI, se erigió alrededor de esta la
basílica que puede visitarse hoy, en cuyo interior se halla la Santa Casa.
Famosos arquitectos participaron en su edificación, entre ellos el célebre
Bramante, diseñador original de la Basílica de San Pedro. Grandes santos como
San Francisco de Sales, Santa Teresa de Lisieux, San Maximiliano Kolbe, San
Juan XXIII y San Juan Pablo II han peregrinado a la Santa Casa.
Polémica y preguntas sin resolver
Existen algunos registros de la época que indicarían que el responsable de los sucesivos traslados de la casa -de Medio Oriente a Europa- sería un comerciante del siglo XIII llamado Nicéforo Angelo, miembro de la prestigiosa familia Angeli (gobernadores de Epiro). En todo caso, la piedad popular ha conservado esta hermosa tradición junto a la certeza de que se trata de la genuina casa de Jesús, José y María; y no sin razón: desde el punto de vista científico no se ha podido aclarar cómo pudo ser trasladada, piedra por piedra o en bloques, en tan poco tiempo; ni cómo es posible que su estructura no haya sufrido, en consecuencia, algún tipo de daño irreparable; como tampoco cómo se mantiene erguida hasta hoy, cuando no posee cimientos.